Imagen en movimiento.

Los hermanos Lumiere


FUENTES:
curiosfera-historia.com
https://educomunicacion.es/
https://www.wikipedia.org/
Enrique Martínez-Salanova Sánchez
https://www.youtube.com/
https://www.ecured.cu/Historia_del_cine


Breve biografía.

Hijos de Antoine Lumière y de Jeanne Joséphine Costille, Auguste y Louis nacieron en Besançon (Francia), pero crecieron en Lyon
Ambos trabajaron en el taller fotográfico de su padre, Louis como físico y Auguste como administrador. Louis hizo algunas mejoras en el proceso de fotografías estáticas.

A partir de 1892, empezaron a trabajar en la posibilidad de fotografiar imágenes en movimiento. Patentaron un número significativo de progresos notables.

De regreso de un viaje a París, Antoine Lumière trajo un kinetoscopio. Los hermanos lo examinaron atentamente y pronto concibieron un proyecto que harían realidad partiendo de los inventos ya existentes.
 
Crearon un aparato que servía como cámara y como proyector: el cinematógrafo, que se basaba en el efecto de la persistencia retiniana de las imágenes en el ojo humano.
 
Al comienzo, ellos mismos cargaban las piezas de la cámara filmadora en un cajón para transportarlo de un lugar a otro.


El cinematógrafo fue patentado el 13 de febrero de 1895. Ese mismo año, los Lumière rodaron su primera película, La sortie des ouvriers des usines Lumière à Lyon Monplaisir (Salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon Monplaisir). 

Fue presentada el 22 de marzo de 1895,1​ tres días después del rodaje, en una sesión de la Société d'Encouragement à l'Industrie Nacional en París.


Tras diversas presentaciones en sociedades científicas, en la Universidad de la Sorbona, en Bruselas y otros lugares, los Lumière decidieron hacer una exhibición comercial de sus películas. 

Finalmente, lo celebraron en el Salon indien du Grand Café, un sótano en el número 14 del Boulevard des Capucines, el 28 de diciembre de 1895. 

Se proyectaron, además de Salida de la fábrica Lumière, otras películas como Llegada de un tren a la estación de la Ciotat y El regador regado, en la que aparece el jardinero Jean-François Clerc

Así, con este catálogo, el cine comenzó su historia a modo de documental, como testigo objetivo de la vida cotidiana.


El quinetoscopio (también kinetoscopio o cinetoscopio) fue el precursor del moderno proyector de películas, aunque el dispositivo no se trataba de un proyector de películas, sino que introdujo el enfoque básico que se convertiría en el estándar para todas las proyecciones cinematográficas antes del advenimiento del vídeo, al crear la ilusión de movimiento transportando una tira de película perforada con imágenes secuenciales sobre una fuente de luz con un obturador de alta velocidad.

El concepto fue utilizado también por el inventor estadounidense Thomas Edison en 1889, y posteriormente fue desarrollado por su empleado William Kennedy Laurie Dickson entre 1889 y 1895, y fue utilizado por el inventor francés Louis Le Prince en 1892.




El primer cortometraje.

El 14 de octubre de 1888, el inventor francés Louis le Prince filmaba en Leeds, Inglaterra, “La escena del jardín de Roundhay”, la película más antigua que se conoce.

Con este breve cortometraje, filmado en casa de sus suegros, Louis le Prince se adelantó 7 años a la fecha considerada como del nacimiento del cine, el 28 de diciembre de 1895, cuando se proyectó la primera película de los hermanos Lumière. También se adelantó 2 años al prototipo del cinematógrafo creado por Thomas Edison.

La película tiene 20 fotogramas e inicialmente duraba 1,66 segundos. Muchos años después, en 1930, el Museo Nacional de Ciencias de Londres produjo copias fotográficas de los 20 cuadros del cortometraje, la secuencia fue grabada y convertida en 52 fotogramas. Luego se realizó una versión digital remasterizada que dura 2, 11 segundos.

Louis le Prince, considerado por muchos como el verdadero inventor del cine, poco tiempo después filmó su segunda película, “El puente de Leeds”. Dos años más tarde, en 1890, desapareció misteriosamente.


"La escena del jardín de Roundhay"


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“La escena del jardín de Roundhay”


Y aunque la fotografía fue determinante en el desarrollo y progreso del cinematógrafo, la fecha de nacimiento de este arte no es anterior al 28 de diciembre de 1895, en el Salón Indien del Gran Café del Boulevard de los Capuchinos de París.

En esta fecha y en este lugar es donde quién inventó el cine: los hermanos Lumière. Exhibieron en público su invención con una breve proyección de un tren llegando a una estación.

Por tanto, ya conoces tres datos fundamentales sobre la invención del cine:
¿Quién inventó el cine?          Fueron los hermanos Lumière.
¿Cuándo se inventó el cine?  el 28 de diciembre de 1895.
¿Dónde se inventó el cine?    fue en París, la capital de Francia.

Una gran multitud incrédula, pero expectante, se agolpaba para contemplar la entrada de un tren en la estación, la partida de una barca de remos del puerto, o la salida de los obreros de la fábrica Lumière de Lyon.

Aquella noche mágica nació el cine, un espectáculo llamado a colmar cualquier fantasía. Los Lumière registraron su invento: el cinématographe, en honor al nombre de un tomavistas inventado en 1892 por el francés Bouly.

Hasta la llegada de los hermanos Louis y Auguste Lumière el cine había sido simplemente un juguete. Tanto el fenaquistiscopio de Plateau, como el zoótropode Horner, o el coreoscopio de Beale, incluido el artilugio de Edison, eran cosas de niños.

Evolución del cine

A partir de aquel momento la historia del cine sería una sucesión incesante de ideas geniales y mejoras decisivas. Aparte de la gran revolución que provocó la invención del cine sonoro, otras innovaciones fueron transcendentales.

Pero sin duda alguna, una de las más importantes dentro de la evolución del cine fue la invención del cine en color. Esta mejora, aunque al principio no era de gran calidad, marco un hito en la historia del cine. Ya nunca volvería a ser igual que antes.

Lo mismo que sucediera con la fotografía se comenzó coloreando las películas a mano, imagen por imagen. A partir de 1900 las casas francesas Mélies y Pathé comenzaron a hacerlo por procedimientos mecánicos. Pero aún tuvieron que pasar unos pocos años más para que se inventaran sistema de filmación en color.


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La Fee aux Choux (El hada de los repollos) (Alice Guy, 1896)

https://youtu.be/c_xvf-ZEH7I



Biografía

Alice Guy nació en Paris. Era la hija menor de un famoso escritor, lo que la llevó a desarrollar su amor por las artes y la literatura. 
En 1885 empezó a trabajar como secretaria de León Gaumont, uno de los pioneros de la industria del cine, cuando su organización se dedicaba todavía a fabricar equipos de fotografía. 
El 22 de marzo de 1895, Louise Lumière invitó a Gaumont a una demostración privada de cómo funcionaba el nuevo invento que había construido, una cámara que hacía que las fotos fijas se convirtieran en movimiento: A Alice Guy, le fascinó el aparato y le dio que pensar.

Gaumont perfeccionó posteriormente la cámara de 60 mm. de Lumière sin saber muy bien que era lo que iba a hacer con su nuevo aparato. 
Alice, de 23 años, pensó que se podría animar con historias los resultados del cinematógrafo, para evitar la monotonía de esos registros puramente mecánicos, y manifestó a Gaumont que lo que había que hacer con el cine era contar pequeñas historias, y que ella estaba dispuesta a demostrarlo, realizándolas para divertir a los potenciales compradores del aparato. 
Cuando le sugirió esta idea a Gaumont él dijo: «Como tú quieras... no es más que un juguete para niños...», y le permitió hacer el trabajo, los domingos, para que no abandonara sus tareas como secretaria. 
Alice Guy realizó la primera película narrativa de la historia del cine: La Fee aux Choux, El hada de los repollos, en 1896, unas semanas antes del ingreso a la realización cinematográfica del genial Georges Méliès.

El invento de Alice tuvo tanto éxito que los equipos de la empresa de Gaumont comenzaron a venderse estupendamente. 
Así que Gaumont tuvo que eximir a Alice Guy de sus tareas de secretaria. 
Desde aquel momento ella estuvo al cargo de la nueva productora. 
Todas las películas que hizo en esta época de su vida fueron proyectos muy ambiciosos: desde escenas de óperas a militares. 
Llegó a producir dos cortos semanales hasta que en 1905 fue nombrada supervisora de los demás directores de la compañía.


Dos años después se casó con Herbert Blaché, un cameraman británico que dirigía las oficinas de la Gaumont en Inglaterra y Alemania. 
El matrimonio viajó a los Estados Unidos, donde Alice dejó su trabajo como realizadora durante tres años para dedicarse a las tareas domésticas y tuvo a su primera hija. Simone. 
Aburrida de la vida casera volvió a la dirección y fundó con su propio dinero una productora «Solax Company», en la que realizó todo tipo de películas, comedias, dramas y algún western. 
Entre 1910 y 1914 la compañía produjo 325 películas de distintos tipos y duraciones y, se dice que, alrededor de 50 fueron dirigidas por la directora de la empresa. 
En New Jersey construyó uno de los mejor equipados estudios del mundo, donde siguió dirigiendo películas con gran éxito hasta 1920. Hoy existen datos como para pensar que dirigió o produjo alrededor de 1000 películas en su vida.

Aunque fundó otras dos compañías cinematográficas, a partir de 1919 se hizo imposible competir con Hollywood, y comenzó a trabajar para compañías más poderosas. Fue el comienzo del fin de su etapa en la industria independiente. Finalmente su compañía terminó por caer y su matrimonio con ella. Una vez cerrada su empresa, se dedicó a dar charlas públicas sobre los comienzos del cine.

En 1922 regresó a Francia, tras divorciarse de Blaché y jamás pudo regresar al cine: había quedado fuera de la industria, que no tenía el espacio que merecía una pionera del cine como ella (lo mismo que le pasó a Méliès y demás). En 1964 ella regresó a los Estados Unidos junto a sus hijas, donde quiso buscar y recuperar sus películas y fue a la Biblioteca del Congreso y a otros archivos de cine y filmotecas pero no encontró casi ninguna de sus películas y algunas de las que encontró se escondían bajo nombres de dirección de sus compañeros.

En 1949, cuando había cumplido 76 años, Alice Guy regresó a París, donde la Cinemateca le rindió un gran homenaje por ser la primera mujer directora de cine en el mundo, no el primer director en el mundo. Tuvo gran repercusión en los medios y recibió más tarde las insignias de Chevalier de la Legión de Honor.

Alice Guy, murió en New Jersey, en el estado en el que ella había cambiado el curso de la historia del cine. Tenía 95 años. En ningún periódico apareció su esquela.




Películas de una bobina

En 1896 el ilusionista francés Georges Méliès demostró que el cine no sólo servía para grabar la realidad, sino que también podía recrearla o falsearla. Con estas imaginativas premisas, hizo una serie de películas que exploraban el potencial narrativo del nuevo medio, dando inicio al cine de una sola bobina. En un estudio en las afueras de París, Méliès rodó el primer gran filme puesto en escena cuya proyección duró cerca de quince minutos: L’Affaire Dreyfus "El caso Dreyfus", 1899) y filmó "Cendrillas" ("Cenicienta", 1900) en 20 escenas.

Pero sobre todo a Méliès se le recuerda por sus ingeniosas fantasías como "Viaje a la luna" (1902) y "Alucinaciones del barón de Münchhausen", en las que experimentaba las posibilidades de los trucajes con la cámara de cine. Méliès descubrió que deteniendo la cámara en mitad de una toma y recolocando entonces los elementos de la escena antes de continuar podían, por ejemplo, hacer desaparecer objetos.

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Del mismo modo, retrocediendo la película unos cuantos centímetros y comenzando la siguiente toma encima de lo ya filmado, lograba superposiciones, exposiciones dobles y disoluciones (fundidos y encadenados, como elemento de transición entre distintas escenas). Sus cortometrajes fueron un éxito inmediato de público y pronto se difundieron por todo el mundo. Aunque hoy en día parecen poco más que curiosidades, son precursores significativos de las técnicas y los estilos de un arte entonces balbuceante.

El estilo documentalista de los hermanos Lumière y las fantasías teatrales de Méliès se fundieron en las ficciones realistas del inventor estadounidense Edwin S. Porter, a quien se le atribuye en ocasiones la paternidad del cine de ficción. Trabajando en el estudio de Edison, Porter produjo la primera película estadounidense interesante, "Asalto y robo de un tren", en 1903. Esta película, de 8 minutos, influyó de forma decisiva en el desarrollo del cine porque incluía innovaciones como el montaje de escenas filmadas en diferentes momentos y lugares para componer una unidad narrativa. Al hacer esto, Porter inició el montaje, uno de los fundamentos de la creación cinematográfica, proceso en el que diferentes fragmentos elegidos de las diversas tomas realizadas —o disponibles— se reúnen para conseguir un conjunto coherente.


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"Asalto y robo de un tren", tuvo un gran éxito y contribuyó de forma notable a que el cine se convirtiera en un espectáculo masivo. Las pequeñas salas de cine, conocidas como nickelodeones, se extendieron por Estados Unidos, y el cine comenzó a surgir como industria. La mayoría de las películas, de una sola bobina, de la época eran comedias breves, historias de aventuras o grabaciones de actuaciones de los actores teatrales más famosos del momento.


Películas mudas

Entre 1909 y 1912 todos los aspectos de la naciente industria estuvieron bajo el control de un trust estadounidense, la MPPC (Motion Pictures Patents Company), formado por los principales productores. 

Este grupo limitó la duración de las películas a una o dos bobinas y rechazó la petición de los actores de aparecer en los títulos de crédito.

El trust fue desmontado con éxito en 1912 por la ley antitrust del gobierno, que permitió a los productores independientes formar sus propias compañías de distribución y exhibición, por lo que pudieron llegar hasta el público estadounidense obras europeas de calidad, como “Quo vadis?” (1912, de Enrico Guazzoni), de Italia, o “La reina Isabel”, (1912), de Francia, protagonizada por la actriz 
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El cine sonoro

En 1926 la productora Warner Brothers introdujo el primer sistema sonoro eficaz, conocido como Vitaphone, consistente en la grabación de las bandas sonoras musicales y los textos hablados en grandes discos que se sincronizaban con la acción de la pantalla. 

En 1927, la Warner lanzó “El cantor de jazz”, de Alan Crosland, la primera película sonora, protagonizada por el showman de origen ruso Al Jolson, que alcanzó un éxito inmediato e inesperado entre el público. 

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“El cantor de jazz”

Su eslogan, sacado del texto de la película “aún no has oído nada”, señaló el final de la era muda. Hacia 1931 el sistema Vitaphone había sido superado por el Movietone, que grababa el sonido directamente en la película, en una banda lateral. Este proceso, inventado por Lee de Forest, se convirtió en el estándar. 

El cine sonoro pasó a ser un fenómeno internacional de la noche a la mañana.
Las primeras películas habladas

La transición del cine mudo al sonoro fue tan rápida que muchas películas distribuidas entre 1928 y 1929, que habían comenzado su proceso de producción como mudas, fueron sonorizadas después para adecuarse a una demanda apremiante. Los dueños de las salas se apresuraron también a convertirlas en salas aptas para el sonoro, mientras se rodaban películas en las que el sonoro se exhibía como novedad, adaptando obras literarias e introduciendo extraños efectos sonoros a la primera oportunidad. El público pronto se cansó de los diálogos monótonos y de las situaciones estáticas de estas películas, en las que un grupo de actores se situaba cerca de un micrófono fijo.

Tales problemas se solucionaron en los inicios de la década de 1930, cuando en varios países un grupo de directores de cine tuvieron la imaginación necesaria para usar el nuevo medio de forma más creativa, liberando el micrófono de su estatismo para restablecer un sentido fluido del cine y descubrir las ventajas de la postsincronización (el doblaje, los efectos sala y la sonorización en general que sigue al montaje), que permitía la manipulación del sonido y de la música una vez rodada y montada la película.

En Hollywood, Lubitsch y King Vidor experimentaron con el rodaje de largas secuencias sin sonido, añadiéndolo posteriormente para resaltar la acción. Lubitsch lo hizo suavemente, con la música, en “El desfile del amor” (1929), y Vidor con el sonido ambiente para crear una atmósfera natural en “Aleluya” en (1929), un musical realista interpretado íntegramente por actores afroamericanos cuya acción transcurre en el sur de Estados Unidos. Los directores comenzaban a aprender a crear efectos con el sonido que partía de objetos no visibles en la pantalla, dándose cuenta de que si el espectador oía un tictac era innecesario mostrar el reloj. 

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“El desfile del amor” (1929)
 
Los guionistas Ben Hecht, Dudley Nichols y Robert Riskin comenzaron a inventarse diálogos especialmente elaborados para la pantalla, a los que se despojaba de todo lo que no fuera esencial para que sirvieran a la acción en vez de estorbarla. El estilo periodístico rapidísimo que Hecht preparó para “Un gran reportaje” (1931), de Lewis Milestone, contrasta con las ingeniosas réplicas que escribiría para la obra de Lubitsch “Una mujer para dos” (1933). Nichols, por su parte, destacó por sus diálogos claros, sin ambigüedades, en películas como “María Estuardo” (1936), de John Ford Riskin se hizo famoso por sus personajes familiares en las películas de Frank Capra, entre ellas “Sucedió una noche” (1934), protagonizada por Claudette Colbert y Clark Gable.

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“Sucedió una noche” (1934)

Desarrollo del cine en color

Los experimentos con película de color habían comenzado ya en 1906, pero sólo se había usado como curiosidad. Los sistemas ensayados, como el Technicolor de dos colores, fueron decepcionantes y fracasaban en el intento de entusiasmar al público. Pero hacia 1933 el Technicolor se había perfeccionado, con un sistema de tres colores comercializable, empleado por vez primera en la película “La feria de la vanidad” (1935), de Rouben Mamoulian, adaptación de la novela de William Makepeace Thackeray.

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“La feria de la vanidad” (1935)

La popularidad del color aumentó, y durante la década de 1940 se empleó sobre todo en una serie de musicales clásicos de la MGM Metro Goldwyn Mayer), entre los que destaca Easter Parade ("Desfile de Pascua", 1948), de Charles Walters.

En la década de 1950 el uso del color se generalizó tanto que prácticamente el blanco y negro quedó relegado para películas de bajo presupuesto que buscaban un realismo sereno, como “Marty” (1955) de Delbert Mann, sobre las aspiraciones de un carnicero del Bronx, o “El hombre del brazo de oro” (1955), de Otto Preminger, en la que se contaba la historia de un drogadicto.

A partir de la década de 1960, el blanco y negro quedó para crear efectos especiales en películas como “Psicosis” (1960) de Hitchcock, o “La última película” (1971), de Peter Bogdanovich. Más recientemente, lo hemos podido ver casi siempre en películas con pretensiones artísticas, como “El hombre elefante” (1980), de David Lynch, “Toro Salvaje” (1980), de Martin Scorsese, “La ley de la calle” (1983), de Francis Ford Coppola, o “Zelig” (1983), de Woody Allen.

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Psicosis” (1960)

El hombre elefante” (1980)

La ley de la calle” (1983)

La televisión

En la posguerra, la llegada de la televisión supuso un desafío a la industria del cine que aún hoy perdura, cayendo la audiencia de unos 85 millones de espectadores anuales en Estados Unidos durante la guerra a apenas 45 millones a finales de la década de 1950. La industria respondió ofreciendo más espectáculo, que se concretó en el mayor tamaño de las pantallas.

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La llegada de la television 1950

RCA Color Television Commercial (1961)


La televisión por cable y el vídeo doméstico

La década de 1980 ha sido testigo de una revolución en las formas de acceder a los productos cinematográficos, con la sustitución del visionado en las salas de cine por el vídeo doméstico, en el que los títulos de estreno —especialmente los de las grandes superproducciones— están disponibles poco después de su pase por las salas.

Este hecho, unido a la implantación progresiva de la televisión por cable, con canales temáticos, en las que hay y habrá aún más canales especializados en la emisión continua de películas, amenaza seriamente no ya a la industria, sino el hecho mismo del cine. Como consecuencia, se está creando un clima parecido al de la década de 1950, cuando las productoras buscaron, ante la llegada de la televisión, nuevos formatos en busca de un mayor espectáculo, para conseguir atraer nuevamente a los espectadores a las salas de cine.